40 Días de Verano

Creo que nunca fue normal. En realidad, ni si quiera se supo si no lo era. Es cuestión de gustos.
"Llevarla leve", la segunda palabra de hace como cinco años, pero la sigo usando, ocasionalmente con una rima o dos. Creo que se volvió parte del vocabulario permitido gracias a un spot de Coca-Cola (igual que la paz mundial y el fin del calentamiento global).

Son en realidad unos 40 días de verano. Seamos realistas. 500 días no caben ni si quiera en un año, y menos en una película de dos horas (¿Hora y media? No lo sé. Sólo se que la he visto muchas veces después de ese día* [¿Tarde? ¿Noche? Noche. Suena más poético, creo yo]). 

*noche

La primera vez que la vi, me percaté de muchas cosas. Me di cuenta de que la playera de Unknown Pleasures es un cliché, al igual que el juego del "pene", y que los vinilos, y los karaokes, y el amor. 

Sin embargo, fueron contradicciones en ese instante. Momentos después nos encontrábamos hurgando el librero donde guardas tu música, jugando al juego del susodicho aparato (pero creo que decíamos algo así como "chícharos"), y luego nos encontramos físicamente por primera vez. 

Un beso, dos besos, tres. Cuatro besos, acostados en el suelo alfombrado, como nos gusta. Todavía estaba el sillón de piel, que tanto despreciabas. 

Recuerdo que justo cuando tus verde azulados ojos se juntaron con mis parabrisas plásticos, llegó tu hermana. Linda ella. Pero nos veíamos de reojo. Se sabía todo el diálogo de la película, y la ubicación de las canciones. (ojalá haya llegado a escuchar ese disco de los Smiths que te presté, moriría aún más tranquilo).

Salir por un helado, ver el atardecer, platicar de cómo la gente tiene gustos ridículos y mediocres, sin criticarlos (No se cómo se le diga, pero no es criticar, yo lo sé).

Sólo esos días. Viernes en la tarde. Otros días de la semana solamente servían para imaginar cómo sería el próximo viernes. Toda una sorpresa, la nueva sala, las películas que ya estaban ahí, esperando a que las rentáramos por $25ºº gracias a las promociones atemporales. Comer un chocolate, que llueva en la tarde por favor. ¡No hay llaves! Otro beso. Ojos como platos, la risa. Tu risa. Disculpe ¿Puedo una hamburguesa por favor? Me hubiera gustado que te contestara que no y sonriera, sólo para soltar la carcajada, juntos. Como antes. Como siempre. 

40 días de verano, así se llama esta hoja, así se llama nuestra obra de arte, nuestra breve historia larga, nuestro festival. Gracias por venir, buenas noches. Fin.


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